El cardenismo

AutorErnesto Soto Reyes Garmendia
Páginas63-112
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El cardenismo
Cárdenas, el poder sindical y el fin del maximato
En el capítulo anterior señalamos cómo la desintegración de la CROM y la
crisis general del capitalismo de 1929-1933 habían provocado un re flujo del
movimiento obrero mexicano. Entre 1928 y 1933 las centrales obreras se
dispersan y atomizan. La CROM se desin tegra y sus sindicatos dan lugar a
la formación de nuevas centrales como la CROM depurada que se transforma
en 1933 en la Confederación General de Obreros y Campesinos de México
(CGOCM) que surge como pacto entre la CROM depurada, encabezada por
el dirigente Vicente Lombardo Toledano y la Federación Sindical del Distrito
Federal, entre otras organizaciones.
Durante este periodo el Partido Comunista Mexicano (PCM) impul sa
la formación de la Confederación Sindical Unitaria Mexicana (CSUM) con
influen cia mayoritariamente entre jornaleros y obreros agrícolas. Por otro lado,
muchos sindicatos de industria como los ferrocarrileros, minerometalúrgicos,
tranviarios, de artes gráficas y los electricistas, se mantienen independientes al
proceso inicial de unificación. Durante el mismo perio do, los anarquistas de
la Confederación General del Trabajo (CGT) y los restos de la CROM también
se mantienen al margen de la unificación.
REVOLUCIÓN PASIVA Y CONSOLIDACIÓN DEL MODERNO ESTADO MEXICANO
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Es pertinente señalar que la desintegración de la CROM no significa que el
Estado pierda el control sobre el movimiento obrero. Vimos cómo la creación de
las Juntas de Conciliación y Arbitraje en 1927 y la expedición de la Ley Federal
del Trabajo suplen los mecanismos de control obrero que previamente habían
ejerci do Morones y la CROM. Estas reglamentaciones e instituciones laborales
logran el control, mas no el consenso ni la hegemonía sobre el movimiento
obrero, esto último provoca vacíos de poder político por donde se evapora el
control del grupo Sonora y por donde penetra el cardenismo. Asistimos al
tránsito del caudillismo institucionalizado del maximato, al presidencialismo
cardenista. De igual manera, el cardenismo inaugura un nuevo tipo de sujeción
del movimiento obrero a los gobiernos posrevolucionarios. Demos paso al
análisis del papel del movimiento obrero en esta transición.
Si bien los campesinos conformaron la base social por la que los cardenistas
llegan al poder; en la lógica del proceso de revolución pasiva-revolución
restauración, los que consolidan este poder serán los obreros y su movimiento
político sindical.
Al llegar Cárdenas y los cardenistas al poder en 1934 llaman a la movilización
de los obreros para luchar por sus demandas sindicales y laborales. Cárdenas
proponía la sindicalización y unificación obrera como la vía para obtener la
satisfacción a sus demandas laborales. Tal como lo decía en Tenango del Valle,
Estado de México, el 10 de diciembre de 1935: “Por medio de la sindicalización
y de la unificación, se hacen efectivas las ventajas conquistadas por el trabajador
en la forma del salario mínimo, de habitación higiénica, de indemnizaciones y
seguros”.1 La forma de organización sindical que propone Cárdenas era tal que
debía descansar en la búsqueda de la unidad obrera. Ya desde 1934 Cárdenas
declaraba: “Insistiré en la unificación del proletariado y en el robustecimiento de
sus organismos que tiene por objeto dotar a los trabajadores de la cohesión que
les es indispensable para el éxito de su mejoramiento”.2
Los trabajadores responden de inmediato al llamado de Cárdenas y se
movilizan en huelgas y contra los patrones, particularmente durante los tres
primeros años del gobierno cardenista, como vemos en el siguiente cuadro:
1 Arturo Anguiano, El Estado y la política obrera del cardenismo, Ediciones Era, México,
1978, p. 49, se cita a Cárdenas habla, p. 37.
2 Lázaro Cárdenas, Ideario político, Serie popular, Ediciones Era, México, 1976, p. 184.
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EL CARDENISMO
CUADRO 1-1
Huelgas y huelguistas (1934-1936)
Año Número de huelgas Número de huelguistas
1934 202 14 685
1935 692 149 212
1936 679 113 885
Fuente: Dirección General de Estadísticas, Anuario estadístico, citado
por Jorge Basurto, Cárdenas y el poder sindical, Ediciones Era, México, 1983,
p. 118.
Durante los primeros tres años de gobierno de Lázaro Cárdenas estallaron
un promedio de 506 huelgas anualmente, involucrando alrededor de 90 mil
huelguistas cada año. Este número resulta elevado si se compara con las huelgas
ocurridas durante todo el periodo de Calles y el maximato (1925-1934), donde
ape nas estallaron un promedio de 41 huelgas anuales involucrando alrededor
de 4 mil trabajadores.3
Ante el auge de las movilizaciones obreras, Calles y los callis tas reaccionan
violentamente acusando al gobierno cardenista y a los líderes sindicales de
provocar la anarquía y el caos so cial. Así, el 11 de junio de 1935, Elías Calles
declara su opo sición a lo que llamaba “ola de radicalismos” que azotaba el
país, acusando a los trabajadores y a sus líderes de “irrespon sables” ante la
oleada de huelgas, mientras amenazaba que el en frentamiento entre callistas y
cardenistas podría desembocar en una nueva guerra civil.
El “líder máximo” de la Revolución mexicana amenazaba con reestablecer
las condiciones del terror moronista y con esto dar marcha atrás en los avances
organizativos de la cla se obrera. Al día siguiente de las declaraciones de Calles,
el 12 de junio,4 los trabajadores electricistas llaman al movimiento obrero
mexicano a formar un comité de unidad obrero sindical en apoyo de la política
obrera de Cárdenas y en contra de la intervención callista. El 13 de junio como
3 Octavio Ianni, El Estado capitalista en la época de Cárdenas, Serie popular, Ediciones Era,
México, cuadro 4, 1977, p. 66.
4 Anatoli Shulgovski, México en la encrucijada de su historia, Ediciones de Cultura Popular,
7a. reimp., México, 1980, p. 275.

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