Campo de guerra

AutorSergio González Rodríguez

El umbral inestable en que se convirtió México desde 1994 hacia principios del siglo XXI debe pensarse de otra forma. El mapa de la República Mexicana tal como se lo conoce en su conjunto ya es otro: ha quedado atrás la antigua figura de la cornucopia plena de riquezas y recursos naturales que se identificaba con el emblema nacional, común a varios Estados-nación de América Latina. El Estado posnacional que ha surgido ordena otros trazos. Los litorales hacia ambos lados del mar y sus fronteras al norte y al sur se han convertido en extensas líneas porosas o translineales que se flexibilizan, abren y cierran bajo las intrusiones de vigilancia terrestre y aérea del ejercito de Estados Unidos de América (EU) o las tareas convergentes del crimen organizado. A su vez, EU ha impuesto su hegemonía en el mercado de las armas.

Al volverse espacio, el poder sobre un territorio se despliega como mapa. Tener mapas es saber sobre la organización espacial: un enfoque conjunto de las realidades y posibilidades de dominio. Observar por encima de las cosas, a través de ellas, dentro de ellas y más allá de ellas atañe al pensamiento estratégico.

Las regiones del país se han modificado a su vez por el dominio de los grupos criminales, cuyas actividades en torno del trasiego de la droga han reconfigurado el mapa interior del país con sus trayectos, ocupaciones temporales y pugnas con otros en la misma empresa, e incluye el control y gestión del delito común y el resto de las industrias ilegales: secuestro, extorsión, robo, tráfico de personas y de armas y explotación de mujeres, menores y niños, lenocinio, prostitución, cobro de derechos de piso y de paso, etcétera. La dislocación territorial ha traído consigo otra cartografía movediza que poco tiene que ver con los mapas tradicionales.

Las mayores transformaciones internas y externas se presentan en el litoral del Golfo de México, que une Centroamérica con México en un corredor territorial, regional y poblacional estragado por el crimen contra los ideales de desarrollo humano y sustentable, la prevención de los desastres naturales, el turismo, la economía formal y el comercio, la integración vial, energética y de comunicaciones. La economía informal y subterránea tienden a imponerse en esa nueva conformación asimétrica: el túnel.

Allá la explotación de las personas, los expulsados de sus comunidades por la pobreza y la criminalidad, los exiliados en busca de trabajo en EU a través de la ruta mexicana, donde sufren abusos, muerte, violaciones y extorsiones por parte de grupos criminales, experimentan el acoso vital de la carencia del

Estado de derecho y el respeto a la dignidad humana: el vasto trayecto que se convierte en cárcel, en campo que concentra la vileza de los poderes inversos.

En el norte del país, las ciudades fronterizas iniciaron décadas atrás la tendencia disolvente que se extendería al resto del país. En el centro, occidente, el Pacífico norte y sur, las regiones atestiguan permanentes crisis y tensiones entre lo legal...

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