Breves reflexiones sobre la eutanasia

AutorRaúl Carrancá y Rivas
CargoMiembro de Número de la Academia Mexicana de Ciencias Penales
Páginas40-42

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En un pasaje admirable de esa joya de la literatura que es La Historia de San Michele, de Axel Munthe, se describe cómo los lapones recurren a la eutanasia cuando los padres, ancianos, decrépitos, ya sin opciones de vida próspera y creativa, son colocados en una balsa, con recipientes de agua y algunos alimentos, que al impulso del suave viento los lleva hasta un paraje plácido donde aguardarán entre sueños el tránsito definitivo. Y en otro pasaje no menos rico en imaginación y belleza literaria André Maurois, en un sorprendente cuento intitulado El Hotel de los Suicidas, narra la llamada muerte piadosa transmitiendo un mensaje de generosidad humana, de amor, en que dos almas en sufrimiento, cada una a su manera, se identifican en la antesala de aquél gran misterio que es la muerte. Lo llamo misterio porque aunque sea uno creyente en Dios, y en especial en la concepción cristiana del mismo, a ese misterio lo cubre un velo hasta hoy impenetrable; brumoso en ocasiones, con dorados espacios de transparencia en otras, pero siempre impenetrable.

Ahora bien, la literatura jurídica, particularmente la penal, ha abordado el asuntoPage 41 desde hace mucho tiempo. No es posible agotar aquí los nombres de los juristas que lo han hecho, pero resaltan en mi opinión Eugenio Cuello Calón, Luis Jiménez de Asúa y Antonio Beristáin. Los tres han entendido y estudiado una característica, una clara diferencia: la que hay entre la eutanasia pasiva y la activa; estableciéndose al respecto que la pasiva no representa mayor problema en la especie, ya que equivale a no prolongar artificialmente la vida y oponerse a los designios de Dios o de la naturaleza.

Así mismo no hay ninguna disposición expresa en la Constitución, sobre todo en el capítulo de las garantías individuales, que impida recurrir a la eutanasia pasiva; y toda proporción guardada sucede cosa similar con el aborto, es decir, que nada impide en un Estado laico como el nuestro que la voluntad personal (la autonomía de la voluntad), o sea, la conciencia individual, decida optar en determinadas circunstancias por la pasividad eutanásica o por la solución abortiva. Y si en la primera hipótesis una persona es auxiliada por un médico, éste tampoco podrá ser culpable.

Sin embargo, es imprescindible, a mi juicio, que se legisle en la materia porque en muchos hospitales es el médico quien se arroga (sin derecho) la responsabilidad de una decisión en lo concerniente a la llamada muerte piadosa; y yo sostengo categóricamente que no es cuestión de su incumbencia. En efecto, no hay que perder de vista que se halla de por medio el dejar morir a un ser humano, lo cual puede implicar la vulneración del mandato "No matarás" recogido en el artículo 302 del Código Penal Federal, que reza:

Comete el delito de homicidio:el que priva de la vida a otro.

No obstante en la eutanasia pasiva, que es de la que se trata, ni siquiera es factible hablar de omisión culposa pues es aplicable aquí la famosa "teoría del fin último" de Jiménez de Asúa (fin noble, positivo, carente de dolo). Hay un artículo en el Código Penal Federal, el 312 (auxilio o inducción al suicidio), que es el único que se podría...

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