Biblioteca José Vasconcelos: Romería de libros

AutorIsrael Sánchez

FOTO: HÉCTOR GARCÍA

Desde antes de entrar, quienes practican capoeira en la explanada anuncian que este recinto es más que una mera guarida de libros y lectores. Ya en su interior, al menos tres grupos distintos de jóvenes ensayando coreografías lo confirman.

Es una biblioteca, sí, la Biblioteca José Vasconcelos, pero quienes acuden al ya referencial espacio de Buenavista hacen mucho más que sólo leer.

"Los fines de semana aquello se convierte en una romería", encomia, con justa razón, Abraham Nuncio Limón, la última persona que llevó las riendas aquí en tanto recinto independiente.

Y es que, apenas se cruzan sus puertas, una mampara plantea un abanico de posibilidades: ¿Quiere escuchar a Hermann Esquivel tocar el piano? ¿Ver la película Assholes de Peter Vack? ¿Qué tal aprender sobre técnicas de relajación, huertos urbanos o cómo funcionan las vacunas?

Más adelante, un letrero revela la existencia de una sala de música con préstamos de guitarra, piano y violín, una sala multimedia con 3 mil películas que pueden llevarse a casa y una sala para bebés, una para niños, otra de lengua de señas y una más de Braille, todas con acervos especiales disponibles.

Muchos de los visitantes no son exigentes, les basta poder usar alguno de los cerca de 400 equipos de cómputo de este enorme "café internet". Aunque una cuarentena de las máquinas no funcionan, quedan suficientes para los jóvenes que redactan en equipo un trabajo escolar; los adultos mayores que ven películas en YouTube, o hasta los niños que pasan el día jugando Minecraft.

Al fondo de uno de los siete niveles de este mega proyecto, cuya superficie supera los 37 mil metros cuadrados -más de 11 mil de área construida y 26 mil de jardín botánico-, un grupo de papás y niños atiende un conversatorio con la autora Norma Muñoz Ledo. Entre ellos está Yasuri Fajardo, quien desde hace dos años acostumbra traer cada fin de semana a sus hijos.

"Incluso nos reclaman cuando no venimos, como el sábado cuando estuvo cerrado por situaciones de la biblioteca", comparte, en referencia al pasado 15 de junio, cuando el Sindicato Nacional Democrático de Trabajadores de la Secretaría de Cultura (SNDTSC) mantenía en paro laboral el inmueble.

Ella es débil visual, y como tal celebra tanto la atención que siempre ha recibido por parte de los bibliotecarios como el material en Braille disponible, pero lamenta que no tengan más obras para niños en inglés.

La tarde avanza y donde antes unos bailaban ahora otros hacen yoga y meditan.

El peculiar diseño del arquitecto Alberto Kalach, con los volúmenes dispuestos en una estantería por encima de todos, casi flotantes, hace imposible olvidarse de que se está en una biblioteca.

Son 600 tantos mil los libros que componen el acervo total, una cifra aún por debajo de los 2 millones que se perfilaba se alcanzarían en los primeros 10 años. Tal vez por eso algunos estantes lucen más nutridos que otros, como los de literatura e historia contra los de poesía o lenguas del mundo.

"Tienen mucha cuestión histórica; tienen muchísimo material muy bueno", destaca Andrea Cancino, estudiante de ingeniería geológica del Instituto Politécnico Nacional, quien viene desde Cuajimalpa. "Pero (libros) escolares sí le faltan muchísimos. En geología casi no tienen".

"A mí me ha tocado en muchas ocasiones que de los libros que necesito sólo hay uno o dos ejemplares, y casi nunca están disponibles", apunta, por su parte, Alberto Buendía, estudiante de Ciencia Política en la Universidad Autónoma Metropolitana.

Desde hace tres años, cuando empezó la carrera, se desplaza desde la zona del aeropuerto para consultar títulos y llevarse algunos a casa. Esta vez venía por Mirreynato, de Ricardo Raphael, del cual el sistema señala que hay dos disponibles, pero no están en el estante, y por Historia mínima del neoliberalismo, de Fernando Escalante, del que sólo hay un ejemplar que debía ser devuelto en junio.

"En general, creo que podría estar bien surtida; puede estar mejor, pero siento que está bastante bien. Aparte, está muy agradable aquí sentarse a leer, a hacer tarea", comenta Buendía.

Noé Sandoval y Guadalupe Ramírez, bibliotecarios con diez y nueve años de trabajo en este espacio, respectivamente, consideran que este tipo de situaciones es común, pues se trata de una biblioteca pública, no de una especializada, y que son los...

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