Bases para la construcción de un modelo anticorrupción partidista en el ámbito del derecho electoral mexicano
| Autor | Guillermo Rafael Gómez Romo de Vivar |
| Páginas | 129-143 |
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En la democracia actual, pese a diversas reformas electorales que atienden a nuevas figuras de participación ciudadana, los partidos políticos representan una pieza fundamental en el terreno de la competencia política y de vinculación con la ciudadanía, sus funciones y fines consagrados en legislación constitucional y electoral delimitan y definen claramente su quehacer político-jurídico dentro de la sociedad a la que representan, distintas acciones integran dicho quehacer partidista, mismas que no están exentas de caer en excesos, arbitrariedades, omisiones, ocultamientos de información, lo que provoca daños a su imagen y representación.
De ahí, el lamentable pero a su vez inevitable tema respecto de prácticas contrarias a la ley, invada en gran medida en el mundo de los partidos políticos, donde pese a que tanto el Derecho Electoral como sus instituciones, conforman un derecho relativamente de creación reciente y transformaciones constantes por su propio dinamismo, existen ya arraigas prácticas contrarias a sus fines y naturaleza que no sólo ensucian a sus componentes y elementos sino que además afectan directamente su sentido histórico, su actualidad, así como experiencias, usos, y prácticas normativas electorales.
A todo esto es innegable a los ojos del operador jurídico, la necesidad de fortalecer mediante un esquema o modelo óptimo las funciones que los partidos políticos realizan tanto en proceso electoral como en tiempo ordinario, ello mediante una adecuada regulación que exponga y contemple medidas que contribuyan a combatir actos de corrupción en los que se les involucra, tanto de forma interna como en complicidad con otros actores políticos, con el firme propósito de regresar la confianza ciudadanía hacia
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su figura y hacia la propia democracia, contemplando leyes electorales y reglamentos fiscalizadores de vigilancia en mayor medida sólidos y capaces de persuadir, evitar y en su caso sancionar actos de corrupción.
La democracia actual requiere del funcionamiento óptimo de partidos políticos, el propio Hans kelsen manifestó que “sólo la ilusión o la hipocresía puede creer que la democracia sea posible sin partidos políticos”,2 en el entendido de que no hay legitimidad democrática sin procesos electorales y por tanto sin competidores, es decir, sin partidos políticos. Ahora bien, es importante establecer que existen múltiples conceptos en la configuración de partidos políticos, los que pretenden establecer las bases de organización, representación y participación dentro de los mismos, ante ello, las interpretaciones de los autores especialistas en el tema atienden a establecer su conformación con elementos de índole sociológico, psicológico, político y jurídico.
Con independencia de las nociones que existan al respecto, toda vez que el objetivo no es profundizar en ellas en el presente trabajo, cabe apuntalar brevemente alguna interpretación de partidos políticos, como el caso de Moisei Ostrogorski quien señala que los partidos políticos son grupos de ciudadanos organizados para lograr un fin político,3conceptualización que comparte elementos con la establecida por Weber, quien señala a los partidos como formas de socialización que tienen como fin proporcionar a sus dirigentes y a sus miembros la realización de determinados ideales, fines y objetivos.4En función a ello, los partidos políticos son un medio indispensable en el desarrollo de la competencia electoral para la obtención del poder y el ejercicio del gobierno, por lo que sus acciones resultan de un alto grado de importancia en la democracia de representación, partiendo de lo cual se pueden establecer algunas de sus principales funciones, tal como lo señala Leonardo Valdés,5al considerar las siguientes:
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Estancias mediadoras de comunicación entre sociedad y gobierno.
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Lucha democrática por el poder.
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Obtención legítima de cargos de representación y de gobierno.
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Ejercicio democrático y efectivo de facultades legislativas.
Por su parte, Gunther y Diamond, realizan un análisis de partidos centrado en tres criterios primarios: el organizacional, el de funciones y el de bases sociales; con ello se logra comprender primeramente el tamaño de la organización formal y la amplitud de funciones que realiza; el segundo, si de acuerdo con sus objetivos se constituye como tolerante y pluralista; y finalmente si se caracteriza por adoptar y pugnar por compromisos pragmáticos e ideológicos, lo que implica el sustento del desempeño y observancia de valores como parte fundamental para determinar la correcta medición y análisis de estos.6Partiendo de lo anterior, tales autores consideran que las funciones que han cumplido los partidos políticos a lo largo de la historia son: postulación de candidatos; movilización electoral; estructuración de temas de debate público; representación social; formación y sostenimiento de gobiernos e integración social.
Ahora bien, una vez mencionado tanto elementos como atribuciones que deben desempeñar los partidos políticos para su adecuado funcionamiento, cabe señalar que la realidad detona resultados distintos al deber ser de los mismos, ya que en la actualidad se reconoce un debilitamiento en el cumplimiento de sus funciones lo que refleja una crisis tanto de militancia como ideológica, incrementándose así la desconfianza y descrédito por parte de la ciudadanía hacia tales figuras de representación, por lo que un sistema de partidos que no sea capaz de cumplir de manera adecuada con sus encomiendas dejará de ser un medio efectivo de representación ciudadana.
Reforzando lo anterior, el Latinobarómetro,7conocido estudio de opinión que aplica anualmente encuestas en países de América Latina representando a más de 400 millones de habitantes, ha levantado diversas encuestas relacionadas con el tema objeto de investigación, donde en su mayoría se refleja la poca confianza que representan los partido políticos
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en la actualidad a juicio y percepción de los ciudadanos, como se muestra a continuación:
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Confianza en los Partidos Políticos
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Los partidos políticos son necesarios
Considerando lo anterior, vale citar a Jesús Orozco y José Woldenberg, que acertadamente precisan la conducta de los partidos políticos en tiempo electoral, donde poniendo en el juego democrático todas su artes pretenden ganar la voluntad de los ciudadanos, empleando incluso medios éticamente inadmisibles, para alcanzar objetivos legítimos y a la inversa, usando instrumentos legales para lograr fines que pueden ser ilegítimos,
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recurriendo continuamente en prácticas de deslealtad cívica y corrupción; por ello, la responsabilidad de los partidos políticos se incrementa como responsables directos de una democracia.8En ese sentido Diego Valadés, menciona algunas deformaciones en las conductas de los partidos políticos que afectan directamente el desarrollo del sistema electoral tales como: manipulación del electorado; formación y consolidación de elites dominantes que tienden al reparto de candidaturas y cargos en el poder; conformación de burocracias partidistas que constituyen modus operandi a manera de parásitos afectando al partido político; negociación entre dirigentes para la repartición del poder dejando de lado la voluntad popular; modificación de principios doctrinarios según el talante del partido; ocultamiento de financiamiento de partidos; lo anterior trayendo como consecuencia un alto grado de corrupción y surgimiento de conflictos en la vida política del Estado, así como la alteración del funcionamiento normal de las instituciones.9Como resultado de lo anterior, es evidente entonces que los partidos políticos como instituciones del Derecho Electoral deben realizar un exhaustivo análisis de sus...
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