Claudia Ruiz Arriola / Intransigencia: ¿Vicio o virtud?

AutorClaudia Ruiz Arriola

¡Vaya cantidad de tinta virtual ha hecho correr la declaración de intransigencia de AMLO! Lastimosamente, como todas las palabras que toca ese político (y otros, como Don Norbi et Orbi) los adjetivos "moderado" e "intransigente" ya pasaron al léxico de los improperios sin que medie ni un asomo de sinapsis para hacerle justicia -diría Wittgestein- al lenguaje que nos permite expresarnos. ¡Ahora resulta -por obra y gracia del político tabasqueño y ese prócer nada conservador que fue Don Melchor Ocampo, autor de la epístola que antes se leía en las bodas civiles y hacía a la mujer jurar caravanear al marido por muy patán que fuera-, que ser intransigente es virtud cardinal, y ser moderado es pérfido vicio!

Eso sí es una curiosa metamorfosis de las palabras, que permite a los partidarios del político tabasqueño tildar de "heroica virtud" la intransigencia de su otrora candidato presidencial, y a los detractores del perredista comentar que 'ora sí "ya salió el peine" y que la fobia de AMLO hacia la moderación revela su preferencia por las dictaduras marca Hugo Chávez. Lo que ni unos ni otros parecen advertir entre tanta bocanada de humo retórico es que están a años luz de atinarle al mingitorio porque, bien vista, la intransigencia ni es virtud ni es vicio (sino todo lo contrario, diría Echeverría) y por sí sola no se puede alabar como la última chela del estadio republicano, ni criticar como la más pérfida enemiga de la democracia.

En realidad, la intransigencia pertenece a lo que la ética moderna llama "hábitos secundarios" o actitudes neutras, que lo mismo pueden usarse para bien que para mal, por lo que -por sí solas- carecen de valoración moral. Contrario a lo que parecen pensar los amlistas, la intransigencia no es lo opuesto a la moderación, sino a la veleidad; y, contra lo que sostienen los detractores de AMLO, ser intransigente no está peleado con ser demócrata. De hecho se puede ser intransigentemente moderado (como es AMLO, pues si fuera radical ya habría recurrido a métodos violentos para hacer realidad sus proyectos, al puro estilo del Sub Marcos), y también se puede ser intransigentemente democrático (como lo fue Churchill).

Aunque suele pasar por sinónimo de la intolerancia y el fanatismo, la intransigencia es otra cosa, pues pertenece a la misma categoría de actitudes que la puntualidad (nota de la redacción para lectores tapatíos: la puntualidad es el hábito de llegar a un lugar a la hora que uno fue citado y no con las dos...

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