La aplicación de la metodología científica en los procesos de interrogatorio en el sistema acusatorio adversarial para evitar la tortura

AutorDr. Juan Fernando Gonzáles Porras
Páginas365-430

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Ver nota 17

La base de la construcción del concepto de derechos humanos, tal como llega a nuestros días, surge del mandato que el conjunto de las naciones del mundo le dieran, primero, a la Liga de las Naciones (1920) y luego a las Naciones Unidas (1945). Básicamente, este mandato implica el reconocimiento universal- más allá de cualquier régimen imperante- de un conjunto de derechos que los Estados están obligados a respetar y a garantizar.

Los derechos humanos han sido definidos, como las facultades reconocidas en los instrumentos internacionales y las leyes nacionales que se pueden alegar en favor de la persona o grupo, como un obstáculo frente al ejercicio abusivo y negligente del poder, o como el conjunto de valores básicos irrenunciables que en cada situación y momento histórico, concretan las exigencias de la dignidad humana, de acuerdo con las particularidades del hombre, respecto de sus formas de ser y de estar en el mundo.

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Actualmente, existe una interrelación muy clara entre el buen gobierno y el respeto por los derechos humanos. Por ejemplo, se pueden señalar elementos comunes como: la participación, la rendición de cuentas, la transparencia, la responsabilidad del Estado, la accesibilidad en particular de los grupos marginados, y el uso de valores esenciales para la búsqueda de la paz en las relaciones internacionales a saber, la libertad, la igualdad, la solidaridad, la tolerancia, el respeto de la naturaleza y la responsabilidad por el desarrollo económico y social del mundo. El reto es responder al desafío de la injusticia y discriminación de los pobres, indígenas, mujeres, niños, discapacitados, enfermos de VIH/SIDA, homosexuales, todos éstos considerados como grupo, a la crisis de credibilidad que afecta al sistema democrático de representación y así, trabajar firmemente en la reducción de la pobreza, la concentración de la riqueza y las desigualdades de todo tipo.

LA APLICACIÓN DE LA TORTURA PARA OBTENER CONFESIÓN A LOS LARGO DE LA HISTORIA

La tortura es grave dolor físico o psicológico infligido a alguien, con métodos y utensilios diversos, con el fin de obtener de él una confesión, o como medio de castigo.

Los romanos habían inventado muchas formas de tortura. Algunas veces, después de dar muerte al criminal, suspendían su cuerpo de un poste o de una cruz. En otras ocasiones los hebreos, sin duda más graves, le suspendían vivo lo que según los rabinos, era el suplicio de los calumniadores y de los idólatras. La lapidación estaba también en uso entre ellos y era el suplicio de los blasfemos. La ley de Moisés señalaba la pena del fuego contra aquél que se hubiese casado con la madre y con la hija y condenaba a las mujeres al mismo género de muerte. Los palazos o la verberación era un castigo cruel bajo cuyos golpes morían a veces los criminales. Los persas

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infligían diversas clases de suplicio como pena a los reos condenados.

Los griegos practicaban la tortura entre los procedimientos judiciales (básanos), de aquí deriva el verbo basanixein que significa, verificar, mas únicamente se torturaba a los metecos y a los esclavos.

De ahí los romanos hereda la costumbre de "no es lícito torturar al hombre libre", la cruz pese que no era visto como método de tortura: condenaban a ella a los esclavos y a las personas de estratos y condiciones menos favorables. Sin embargo, antes de clavar a los reos en la cruz solían darles azotes con correas, sarmientos u otros instrumentos preparados al efecto a fin de generar conmoción. Plutarco dice que los reos condenados a muerte de cruz estaban obligados a llevarla por sí mismos al patíbulo. Comúnmente, los aseguraban en la cruz por medio de clavos si bien otras veces los ataban con cuerdas.

Este suplicio era tan común entre los antiguos que los latinos dieron al nombre de crux y a sus derivadas cruciatus y cruciare una significación que se refiere a toda suerte de penas y tormentos.

El texto clave sobre la tortura aparece en el Digesto de Justiniano de ahí se advierte que las confesiones arrancadas bajo tortura son inseguras. Además de prohibida la tortura a menores de 14 años y mujeres embarazadas.

La Baja Edad Media (Siglo XI) el proceso penal era de dos tipos: Acusatorio, e inquisitorio, el primero requería de un acusador, y el segundo se daba únicamente por objeto de investigaciones. La diferencia clave recae sobre el método de prueba; mientras que en el acusatorio se requería una víctima, el inquisitorio recaía únicamente en el juez. De esta forma por el método acusatorio las pruebas presentadas eran de carácter subjetivo: A través del juramento purgatorio el cual solo era

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permitido para hombres libres, dejando en duda el carácter de justicia. Mientras que en contra parte el método inquisitorio se basaba sobre pruebas escritas, y testimonios. Dándole el mayor peso a la confesión, lo que más tarde condujo inevitablemente al empleo de la tortura como procedimiento penal.

Tortura por colgamiento. Se colgaba también a los reos unas veces de un poste, otras de un árbol y solían vendar la cara del criminal durante el suplicio. Suspendían algunas veces a los reos de un pie solamente y les ataban un peso al cuello, otras veces de un brazo o de ambos y les ataban fuertemente hasta que expiraban. Se servían también de un cordón para apretar el cuello del criminal y ahogarle, como se hizo en Roma con Léntulo, uno de los cómplices en la conspiración de Catilina. Y este suplicio era en tal manera infamante y vergonzosa que los pontífices prohibían enterrar los cadáveres de aquéllos que lo hubiesen sufrido.

La costumbre de cortar la cabeza con la hoz es muy antigua. Los romanos la usaron desde los primeros tiempos de la fundación de su ciudad. En Atenas y Roma se castigaba a los traidores de la patria precipitándoles en Atenas a un foso profundo y en Roma desde la roca Tarpeya. Marco Suecio, dictador de los albinos, fue descuartizado por orden de Tulio Hostilio por haber violado la alianza que había hecho con los romanos.

El suplicio de la rueda, inventado en Alemania en tiempos de desorden, era muy raro antes del año 1538 y se dispuso contra los ladrones de camino real; las mujeres no han sido condenadas a él nunca por razones de decencia.

Desde el siglo XIII, la Iglesia admitió el uso de la tortura para conseguir la confesión y arrepentimiento de los reos, aunque con algunas restricciones: no podía llegar al extremo de la mutilación, ni poner en peligro la vida del imputado.

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No hay que olvidar que el tormento era utilizado también en los tribunales civiles, aunque en el de la Inquisición el acusado confeso arrepentido tras la tortura se libraba de la muerte, algo que no ocurría en la justicia civil. Otro rasgo característico de la Inquisición era que el imputado tenía mejor garantizados sus derechos que en el sistema judicial civil.

INSTRUMENTOS DE TORTURA

Pasando por diversas etapas, la inquisición empleó habitualmente desde Inocencio IV (1243-1254) la tortura, recurso común en los procedimientos civiles de la época. La Iglesia se apartó de una tradición multisecular de benignidad que todavía en el siglo XII encontraba en San Bernardo un defensor: "Fides suadenda; non imponenda" ( La fe pide persuasión no imposición"

La Inquisición, al igual que los tribunales protestantes, hicieron uso de la tortura para forzar a quienes eran acusados de herejes a reconocer su culpa, y era considerada un medio legítimo para obtener confesiones o informaciones por parte de los sospechosos.

Existió una gran variedad de instrumentos utilizados como mecanismos de tortura. A continuación se da una breve descripción de algunos de ellos.

La silla de interrogatorios

La silla tenía picos de acero por toda su superficie y el efecto de los mismos sobre la piel de la víctima, siempre desnuda y sujetada con amarres, resulta evidente. Ésta sufría atrozmente desde el primer instante del interrogatorio, que podía ser más intenso si se aplicaban sacudidas, o golpes en brazos, piernas u otras partes del cuerpo, para que los picos se enterraran con

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mayor fuerza. El asiento era muchas veces de hierro, de manera que se podía calentar con un brasero o una antorcha.

Látigos

Se usaba una gran variedad de látigos. Entre ellos, los de dos, tres y hasta ocho cadenas provistas de abundantes estrellas y/o hojas de acero cortante que se servían para flagelar el cuerpo humano.

Para desollar se utilizaban látigos de muy diferentes tamaños; grandes como "el gato de nueve colas" que podía lisiar un brazo y un hombro de un solo golpe; o finos, como el "nervio de toro", que con dos o tres golpes podía cortar la carne de las nalgas hasta llegar a la pelvis.

El látigo de desollar se empapaba en una solución de sal y azufre antes de utilizarlo, lo que unido a sus estrellas lo convertía en una herramienta destructiva muy útil para el verdugo. La carne al ser golpeada, se convertía en pulpa, dejando a la vista diferentes órganos internos.

Pinzas y tenazas ardientes

Pinzas, tenazas y cizallas se utilizaban normalmente calentándolas al "rojo vivo", aunque también se usaban frías para lacerar o arrancar cualquier miembro del cuerpo, y eran un elemento básico de los verdugos. Las tenazas se usaban preferentemente ardiendo en las narices, pezones, dedos de las manos y de los pies.

La mordaza de hierro

Este artilugio sofocaba los gritos de los condenados. La "caja" de hierro del interior del aro se introducía en la boca de la víctima, y el collar se aseguraba a la nuca. Un agujero permitía

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el paso del aire, pero el verdugo lo podía tapar con la punta del dedo y provocar asfixia.

A menudo, los condenados a la hoguera eran amordazados de esta manera, sobre todo durante los autos de fe, para que los gritos no interfirieran la música sacra.

Los aplasta pulgares

El aplastamiento de los nudillos, falanges y uñas eran una de las torturas más utilizadas. Los resultados, en términos de dolor infringido con relación al esfuerzo...

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