El anticlericalismo mexicano: una visión desde Italia

AutorFranco Savarino
Cargo del AutorProfesor-investigador en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH).
Páginas535-569
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PRÓLOGO
Este ensayo pretende aportar algunos elementos para esclarecer dos te-
mas relacionados con el anticlericalismo y el conflicto religioso mexi-
cano: primero, abordar la naturaleza del anticlericalismo en tanto fenó-
meno histórico, mediante una lectura paralela de dos anticlericalismos
distintos, el de México y el de Italia, en sus respectivos contextos his-
tóricos. Y segundo, explorar las reverberaciones en Italia de la política
anticlerical del gobierno mexicano en los años del conflicto religioso.
Ya abordé este último tema en un ensayo anterior (2002):1 ahora quiero
proponer al lector una reflexión ulterior enfocada más específicamente
en el anticlericalismo y desarrollando el contexto en donde se mani-
fiesta la percepción italiana de los acontecimientos mexicanos: el de la
conciliación de 1929. Lo que me lleva a replantear una pregunta, ¿por
qué en los dos países en los mismos años se observa un desarrollo tan
*Profesor-investigador en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH). Doctor en
historia de las Américas por la Universidad de Génova (Italia) y doctor en historia por la Universi-
dad Nacional Autónoma de México. Coordinador para América Latina del Centro Falisco di Studi
Storici (Italia). Coordinador del Cuerpo Académico “Antropología e Historia Contemporánea de
América Latina y el Caribe”. Investigador nacional nivel II. Es autor de varios artículos y libros
sobre h istoria contemporá nea de Méx ico, en pa rticular sobre nacionalismo, religión e Iglesia
católica, y sobre las relaciones entre México e Italia en la primera mitad del siglo XX. Entre ellos:
F. Savarino, México e Italia. Política y diplomacia en la época del fascismo, 1922-1942, México,
SRE, 2003; F. Savarino (con A. Mutolo), Los orígenes de la Ciudad del Vaticano. Estado e Iglesia en
Italia, 1913-1943, México, IMDOSOC-ICTE, 2007.
1Franco Savarino, “Italia y el conflicto religioso en México (1926-1929)”, en Historia y grafía,
núm. 18, 2002, pp. 123-147.
Franco Savarino*
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una visión desde Italia
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opuesto de las relaciones de la Iglesia con el Estado? La coincidencia
cronológica invita, en efecto, a una reflexión acerca de la política an-
ticlerical mexicana frente a la italiana, lo que permite descubrir –en el
marco de las experiencias históricas respectivas– algunos aspectos y
matices de ambas y del fenómeno anticlerical en general, que es sujeto,
como muchos otros, a las reglas de la realpolitik. Cabe recordar que la
importancia de Italia para el desarrollo del conflicto religioso en Méxi-
co radica principalmente en el hecho que es la sede central (Vaticano)
de la Iglesia católica, además el pontífice y la curia romana son, en
esos años, todos italianos, y es (aun hoy) la cultura italiana que influye
como ninguna otra en la vida institucional del papado.
Antes de abordar el tema es necesario señalar tres matices del anti-
clericalismo que son la premisa indispensable para entender el fenóme-
no los diferentes países en donde se manifiesta. Primero, el anticlerica-
lismo se asocia en especial a la Iglesia católica (aunque existen también
formas de anticlericalismo protestante): es decir, el anticlericalismo se
expresa típicamente en ambientes sociales moldeados por el catolicismo
y estructurados alrededor del clero, como reacción al desbordamiento
(real o supuesto) de éste de sus cauces “naturales”.2 Segundo, que el
anticlericalismo tiende a combinarse con las ideologías –en especial,
aunque no exclusivamente, con el liberalismo y con el socialismo– y
a generar una cultura política específica que forma una tradición. Ter-
cero, que el anticlericalismo puede ser una opción del poder político:
una modalidad del discurso y la acción política que sirve para ciertos
propósitos concretos (limitar una poderosa organización rival del Esta-
do, reubicar el catolicismo dentro de la identidad nacional, desviar la
atención de la ciudadanía de otros asuntos, etcétera). Desde su faceta
política el anticlericalismo aparece y desaparece o varía en intensidad
y formas según las circunstancias coyunturales, y está asociado a temas
determinados (la laicidad del Estado, los bienes eclesiásticos, el prota-
gonismo social de la Iglesia, la nacionalidad del clero, etcétera).
Tanto en México como en Italia se observan estas características
peculiares del anticlericalismo. Veamos a grandes líneas cuáles son sus
matices dentro de cada contexto histórico.
2Véase Guido Verucci, “Anticlericalismo”, en Norberto Bobbio et al., Diccionario de política,
vol. 1, México, Siglo XXI, 2002, pp. 44-46.
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TRADICIONES Y EXPERIENCIAS DEL ANTICLERICALISMO MEXICANO
El anticlericalismo mexicano3 tiene raíces antiguas, en la ilustración de
la elite novohispana, en la cultura de las logias masónicas y en los ecos
transatlánticos de la revolución francesa y del liberalismo de Cádiz.
Pertenece a pleno título, por lo tanto, a la tradición occidental latina y
católica. En el siglo XIX las luchas internas para construir el moderno
Estado nacional tienen un matiz pronunciado de lucha entre clericales
(conservadores) y anticlericales (liberales), entre quienes pretendían
que México fuera una nación católica y quienes preferían, en cambio,
un modelo nacional laico. La victoria histórica de los liberales intro-
duce el anticlericalismo en los actos fundadores del país: la guerra
de reforma, la Constitución de 1857, la lucha popular en contra de la
intervención francesa. El clericalismo se asocia entonces a la traición,
la antipatria y la “reacción” (es decir, la oposición al “progreso”). La
versión liberal triunfante del nacionalismo mexicano adquiere, de esta
manera, un tono marcadamente anticlerical, que establece las bases
para los futuros enfrentamientos del siglo XX.
Luego de un largo interludio en el que el presidente Porfirio Díaz
decide sumar a la Iglesia al esfuerzo para estabilizar y modernizar el
país, el anticlericalismo vuelve con fuerza con la revolución mexicana.
A partir de 1911 –y en especial entre 1914 y 1917– las acciones anticle-
ricales de los revolucionarios se multiplican en un crescendo de actos
iconoclastas y de violencia, hasta traducirse en los conocidos artículos
anticlericales de la nueva Carta Magna de 1917. El nuevo Estado que
emerge de la guerra civil tiene un carácter nacionalista más secularista
aun que el anterior.4 El anticlericalismo ahora tiene como objetivos la
persistente influencia social y cultural de los sacerdotes –que suponía
un límite a la penetración del Estado revolucionario entre las masas– y
3Véase Nora Pérez Rayón, “El anticlericalismo en México. Una visión desde la sociología
histórica”, en Sociológica, año 19, núm. 55, mayo-agosto, 2005, pp. 113-152.
4Véase un resumen de la postura nacionalista del Estado mexicano ante la Iglesia en Emilio
Portes Gil, The Conflict Betwee n the Civil Power and the Clergy, México, 1934 ; y en el extenso
estudio de Alfonso Toro, La Iglesia y el Estado en México, México, El Caballito, 1975 (1927); véase
también Vicente Lombardo Toledano, El clero político en la historia de México, México, Centro de
Estudios Vicente Lombardo Toledano, 1991.

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