Andrés Clariond Rangel / Amor monumental

AutorAndrés Clariond Rangel

Paseo de la Reforma, la avenida más importante del país, ha sido objeto de polémicas y reivindicaciones. La construyó Maximiliano llamándola Paseo de la Emperatriz en honor a su desquiciada Carlota, quien desde Chapultepec vería el recorrido de su marido a caballo por el esplendoroso camino real. Pero, como el reinado de los Habsburgo, el nombre del bello paseo duró poco tiempo.

Cuando Benito Juárez era Presidente, el ayuntamiento de la ciudad quiso nombrar a la famosa calle "Paseo Juárez", sin embargo, don Benito, igualito a AMLO, dijo que él no quería avenidas con su nombre.

Quizá al Benemérito le faltó dejar aquello estipulado en su testamento porque si algo abundan en el país son arterias viales llamadas como él.

Me gustaría hacer un paréntesis para ponderar y festejar lo previsor que fue Andrés Manuel al declarar en su testamento su aversión a monumentos y calles con su nombre. ¡Cuánta sencillez y modestia hay en nuestro Presidente!

Aunque si tiene que decir que no quiere estatuas, ¿no es porque en el fondo se siente merecedor de ellas? ¿O a poco el contador de la empresa, el taquero de la esquina, usted o yo debemos de aclarar antes de morir que no queremos monumentos?

Pero dejemos la cuarta transformación por el momento y regresemos a transformaciones anteriores. Después del gobierno de Juárez, a la avenida en cuestión se le nombró Paseo de la Reforma en honor a las leyes de Reforma que dejaban atrás un pasado simbolizado en el nombre original de la calle. Hoy ese mismo lugar se presta para intentar borrar otro pasado, un pasado más pasado.

Dos mujeres líderes de estos tiempos, Claudia Sheinbaum y Beatriz Gutiérrez Müller, quienes si no se cuidan y ponen por escrito que no quieren estatuas, tendrán las suyas, se propusieron desmontar el monumento a Cristóbal Colón de Reforma. Pobre don Cristóbal, despreciado en vida por los reyes de Portugal e Inglaterra y ahora muerto por las emperatrices Claudia y Beatriz. No hay manera de que al explorador genovés lo quiera una reina diferente a Isabel la Católica.

En lugar de Colón la intención era colocar a Tlali, una cabeza olmeca pasada por una cirugía plástica de liposucción de cachetes, pronunciamiento de pómulos y aplicación de botox. Un monumento al único pasado digno: el indígena, el del pueblo bueno y no el de los blanquitos clasemedieros arribistas o clasealteros beneficiados del sistema. Desgraciadamente, ayer se echaron para atrás y la obra fue cancelada.

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