Ana Rojo: Del maltrato a la condena

AutorDaniel de la Fuente

Ana Rojo Escobar, Anita, como le dicen, tiene hoy 46 años, nació en Coatzacoalcos, Veracruz, y dice que todo pintaba bien en su vida cuando Margarita, su madre, la "regaló" a su abuela y vivió con ella hasta los 7 años de edad.

Después, todo cambió.

"Con mi abuelita andaba bien vestidita, bien arregladita, bonita, pero mi mamá fue por mí y me llevó a vivir con ella y con su pareja que tenía, entonces, ya no hubo felicidad".

Margarita nunca le dio afecto y el padrastro empezó a abusar sexualmente de ella. Quiso decirle a su madre, pero el sujeto la amenazó con matar a la mujer y le decía que sus hermanos no tendrían quien los cuidara. Y no dijo nada.

Anita volvió con su abuela, años después conoció a un hombre con el que se mudó a Minatitlán y con quien tuvo dos hijos, uno de los cuales murió a los 6 meses. La mayor es sordomuda.

Tras siete años de vivir con el hombre, quien la abandonó, Anita recibió una llamada de su madre diciéndole que el abusador ya no vivía con ella y que regresara. Aceptó.

Con 22 años, Anita trabajó en la limpieza de una instalación de Pemex. Así pasaron nueve años hasta que le hablaron de una oportunidad en Monterrey limpiando casas de fraccionamientos nuevos.

"El primo de la persona por la que estoy aquí (en la prisión) me dijo que podría ganar hasta 2 mil pesos a la semana, cuando en ese momento ganaba mil", cuenta Anita.

"Me gustó la idea, sobre todo porque me decían que, con 30 mil pesos, mi hija podía ser operada en Orizaba para que pudiera oír. Acepté".

El problema fue que era una mentira. Al llegar a Monterrey el 13 de agosto del 2006 la mujer fue presentada a su futuro jefe, Arsenio Hernández Morales, de 34 años, quien dijo que pasaría la noche en su casa, donde vivía con su familia.

Entonces empezó de nuevo el martirio.

* * *

Anita se dejó guiar por el hombre, al que le quitaría la vida, a una vivienda modesta de una zona que desconocía, pero que después supo que era el Fraccionamiento La Ciudadela, en el municipio de Juárez. Pronto el hombre le hizo ver que no vivía nadie con él, que tampoco existía el trabajo de afanadora y que su papel sería servirle de pareja.

Anita, contrariada, intentó huir, pero él la encerró en la casa con llave, que siempre trajo consigo, y la amenazó de que si se fugaba su familia sería asesinada. Así empezaron los golpes, las órdenes de que le hiciera de comer y los abusos.

La mujer vivió de esta manera en poder de Arsenio, un alcohólico violento que, en cuanto ella se resistía a...

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