Los medios alternativos e internet: Un análisis cualitativo del sistema mediático español

AutorLuciana Fleischman - Xavier Ginest - Miguel López Calzada
Páginas257-285

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Introducción

El*presente artículo**consiste en un estudio exploratorio de las características de los principales medios alternativos online en el Estado español. Actualmente, al lado de los medios comerciales, se hanPage 258desarrollado una serie de iniciativas desde la sociedad civil, que quieren dar un nuevo enfoque a la información, tradicionalmente consumida a través de los medios convencionales. En el Estado español, y gracias a las potencialidades de la red, se pueden observar algunas experiencias de estos medios alternativos que son interesantes para analizar hasta qué punto son influyentes en la sociedad y funcionan, a su vez, como opción real a los medios convencionales.

El artículo se centra en un análisis cualitativo de los principales medios alternativos españoles online a partir de aproximaciones teóricas existentes, de las propias observaciones de campo y de los resultados de una encuesta que se les facilitó a aquellos que, una vez analizada su página web se comprobaba que eran medios alternativos online con entidad propia, es decir, que no eran la página web de un medio alternativo preexistente en otro soporte. Así pues, una vez hecho el análisis de páginas web, se envió una encuesta que fue respondida por Rebelion.org (www.rebelion.org), Nodo50 (www.nodo50.org), Kaos en la Red (www.kaosenlared.net), Chuza! (www.chuza.org) y Periodismo Ciudadano (www.periodismociudadano.com).

Aproximación teórica a la comunicación alternativa
La comunicación alternativa Una propuesta de definición

Existe una cierta ambigüedad en torno al concepto de comunicación alternativa, ya que encontramos, por un lado, escasas definiciones desde el ámbito académico, y por otro, una proliferación de términos utilizados indistintamente desde la práctica por los protagonistas de estas experiencias. Así, en determinados contextos, encontramos que la comunicación alternativa está asociada con términos como el de medios independientes, ciudadanos, comunitarios, populares, sociales, de contrainformación, medios tácticos, etcétera.

En un sentido amplio, al hablar de comunicación alternativa nos referimos a aquellas experiencias que se posicionan como opciones a los medios tradicionales. Esta diferencia suele radicar en una crítica ideológica al funcionamiento del sistema de medios y que, por lo tanto,Page 259intenta distinguirse de éste en uno o varios niveles. Si bien excede los límites de este trabajo el análisis exhaustivo de los aportes conceptuales al fenómeno, intentaremos señalar sus características fundamentales. Como veremos en el siguiente punto del artículo, al hablar de este fenómeno hacemos referencia a ciertas particularidades en torno a la forma de organización, la manera en que se estructura la economía del medio, la relación que se establece entre el emisor y el receptor y, a nivel discursivo, el tipo de contenido publicado y su enfoque editorial, las agendas temáticas, entre otros.

De todos modos, cabe establecer primero una discusión conceptual en torno a la idea de los medios alternativos. Desde el ámbito teórico latinoamericano, Graziano (1980) definió la comunicación alternativa como “aquellas relaciones dialógicas de transmisión de imágenes y signos que estén insertas en una praxis transformadora de la estructura social en tanto totalidad”. Desde este punto de vista, hay un rechazo al modelo de transmisión de información de los medios masivos, que establece una relación unidireccional y vertical entre el emisor que produce contenido en forma activa, y el receptor que lo absorbe pasivamente. Es interesante destacar que para Graziano (1980) “toda comunicación alternativa es necesariamente horizontal y participativa, pero no toda comunicación participativa puede ser considerada como alternativa.” Coincidiendo con esta perspectiva, podríamos decir que un medio comunitario, o sea de pequeña escala y de alcance local y cuyo contenido sea desarrollado para representar una comunidad específica, si no tiene a su vez incorporada una perspectiva de cambio de las estructuras sociales hegemónicas, no podría ser considerado “verdaderamente” alternativo.

Desde una perspectiva norteamericana, Downing (2002: 55) también destaca como característica fundamental la relación orgánica de estos medios con proyectos de transformación social. Se presentan como una herramienta de apoyo a estos y de divulgación de sus acciones y propuestas. El autor destaca la importancia histórica que la comunicación ha desempeñado en la trayectoria de los movimientos sociales, en una relación de interdependencia en ciertos casos, al entender que “la ascensión de estos movimientos parece ocasionar y al mismo tiempo ser ocasionada por los medios radicales. De modo inverso, en las épocasPage 260de reflujo de estos movimientos, el flujo de los medios alternativos también disminuye”. Esto se demuestra si prestamos atención a aquellos períodos de mayor agitación social y política, así como los procesos represivos —en el caso de Latinoamérica, las dictaduras de los países del Cono Sur— han estimulado la creación de diversos recursos comunicacionales para contribuir a la articulación de resistencias.

Downing aplica el concepto de “medios radicales” para denominar aquellos que ofrecen “una visión alternativa a las políticas, prioridades y perspectivas hegemónicas” (2002: 21). Dentro de esta categoría entran tanto los medios de comunicación propiamente dichos, como otro tipo de formas de expresión en pequeña escala e inmediatos, por ejemplo el teatro popular y de calle, el grafitti, los carteles y el arte performático. Además, el término “radical” contempla tanto a las minorías de izquierda como las de extrema derecha (fundamentalistas, racistas o fascistas, por ejemplo). Los objetivos que persiguen los medios “radicales” y “alternativos” para Downing (2002: 30) se resumen en dos cuestiones principales: por un lado “expresar verticalmente, a partir de los sectores subordinados, oposición directa a las estructuras de poder y su comportamiento”; por otro “obtener, horizontalmente, apoyo y solidaridad y construir una red de relaciones contraria a las políticas públicas o incluso a la propia supervivencia de la estructura de poder”.

Por último, este autor indica dos dificultades recurrentes para la sostenibilidad de estas experiencias, que suelen ser de pequeña escala, a lo largo del tiempo: distribución y financiamiento. En primer lugar, la distribución, por la dificultad de garantizar canales de llegada del material producido que se extiendan más allá de las esferas locales o de un grupo muy reducido de receptores. De hecho, la creación de vehículos de comunicación que establezcan un vínculo con la sociedad civil se hace necesaria a partir de la relación —muchas veces conflictiva— entre los medios de comunicación comerciales y los movimientos sociales, que es descrita por algunos de sus protagonistas como una tendencia a la criminalización de los movimientos, así como la omisión, oscurecimiento de los hechos o tergiversación de las informaciones. Una larga historia de luchas sociales también puede relacionarse con los medios tecnológicos que sirvieron como herramientas dePage 261divulgación: medios escritos (periódicos, revistas, circulares, panfletos de divulgación), radio, audiovisual, así como la actual proliferación de experiencias en Internet. De todas formas, si la distribución se restringe únicamente a un circuito de activistas, difícilmente estas iniciativas pueden tener la fuerza necesaria para fomentar un debate con peso en la opinión pública.

El segundo problema mencionado es el del financiamiento, ya que a muchos proyectos que buscan autogestionar sus recursos les resulta muy complicado mantenerse en actividad por un período prolongado, garantizando la periodicidad en sus producciones. Al tratarse de iniciativas sin fines de lucro, estas suelen basarse en la colaboración voluntaria de sus participantes, rechazando la publicidad, o el apoyo económico de fundaciones o del propio gobierno, ya que esto afectaría la independencia del medio en cuestión.

Otros autores recalcan que los aspectos de la forma de organización y estructura económica son esenciales para determinar que un medio pueda llamarse alternativo. Como señala Albert (1997):

Una institución de medios de difusión alternativa (hasta donde lo permiten sus circunstancias) no intenta aumentar sus ganancias al máximo, no vende su publico a publicistas para obtener su fuente principal de ingresos (y de esta manera busca un publico amplio y no elitista), está estructurada para subvertir las relaciones sociales jerárquicas que definen a la sociedad, y en su estructura es profundamente diferente de otras instituciones sociales, particularmente las corporaciones, y tan independiente de ellas como pueda ser.

Por otra parte, si los medios comerciales compiten en el mercado por un mayor margen de lucro y audiencia, los alternativos deberían establecer relaciones de colaboración y vínculos solidarios entre sí para fortalecerse mutuamente. Como indica Albert (1997) “La agenda no debería de ser exclusivamente la preservación, sino el avance de la totalidad del proyecto alternativo”.

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En relación con los contenidos ofrecidos, éstos se basan en una actitud crítica hacia la realidad, intentando facilitar los canales de expresión de los grupos marginales y excluidos del sistema, así como aquellos materiales con sentido social que no encuentran espacio en la...

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