Albores de la Revolución

AutorAbel Camacho Guerrero
Páginas53-60

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No cabe duda que los malos gobiernos hacen las revoluciones. Nos hemos ido acercando poco a poco en este libro al histórico año de 1910 en que se inicia lo que será la revolución social del pueblo. Es el momento en que debemos intentar hacer un resumen, una verdadera síntesis de las condiciones imperantes en el país, que lanzan a la lucha, así como a Francisco J. Múgica Velázquez, a miles y miles de mexicanos anhelosos de cambiar mejorando, la vida nacional.

Sabido es que bajo el régimen de Porfirio Díaz el dominio de la tierra se concentró en manos de poderosos hacendados, de gobernantes, casi siempre altos jefes militares amigos del dictador, de las famosas compañías deslindadoras y de la iglesia. Particularmente, la "hacienda" y el clero unidos, constituyeron un poderoso eje económico-político que encontró su apoyo en el régimen gubernamental de Porfirio Díaz.

Como la gente del campo el obrero vivía también sin garantía legal, carente de un serio y vigoroso organismo sindical y sujeto al salario de hambre y oprobio, que le imponía la voluntad del patrón. A lo anterior agreguemos la influencia que ejercieron en el pueblo pobre las realidades sociales a que nos hemos referido y tendremos elementos para imaginar y comprender la enorme inconformidad imperante en la mayoría del pueblo mexicano.

Por todo lo anterior no es de extrañar que el Partido Liberal haya combatido con rigor la dictadura y que de conformidad con su programa y manifiesto a la nación, que firmaron en San Luis Missouri, Ricardo y Enrique Flores Magón, Antonio I. Villareal, Juan y Manuel Sarabia, Librado Rivera y Rosalío Bustamante, haya pugnado por la libertad del voto, la no reelección continua, su presión de cacicazgos y jefes políticos, anulación del poder político de la iglesia, trabajo manual en la enseñanza de la escuelas primarias, mejoría de sueldo al profesorado, restitución de ejidos y distribución de tierras ociosas éntrelos campesinos, creación de un banco agrícola, prohibición de los extranjeros, salvo que se nacionalizaran mexicanos, adquirieran bienes raíces en el país; fijación de ocho horas como jornada máxima de trabajo, señalamiento de salario mínimo en el campo, poblados y ciudades, prohibición del trabajo infantil, descanso obligatorio los domingos, pensiones de retiro, indemnización

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en caso de accidentes de trabajo, expedición de una Ley Obrera y abolición de las odiadas tiendas de raya.

Igualmente, por las desdichadas condiciones sociales imperantes, fue que surgió el espíritu innovador del Club Ponciano Arriaga, allá en San Luis Potosí, con su cauda brillante y necesaria en su tiempo, de clubes liberales en todo el país.

Bajo la dirección del Partido Liberal Mexicano debería estallar una revolución el día 25 de junio de 1908. De hecho, estalló este movimiento con un fracaso general por su mala preparación, puesto que los actos bélicos que ocurrieron en Las Vacas y en Viesca, en Palomas y Jiménez, Chiapas, y después en Valladolid, Yucatán, fueron sofocados fácilmente por el régimen federal.

Es necesario tener en cuenta que el dictador Díaz, en el año de 1907 había cumplido 77 años y que naturalmente declinaban sus fuerzas físicas, su capacidad de gobernar, por lo que no es de extrañar que, entre los mismos amigos del Presidente, algunos se preguntaran, quién los substituiría en el poder, pues que su último mandato presidencial concluiría en el año de 1910.

Como sucesores de Díaz se daban los nombres de Ramón Corral, de Sonora; Bernardo Reyes, gran cacique de Nuevo León; Teodoro Dehesa, de Veracruz y José Yves Limantour, Secretario de Hacienda, hombres poderosos entre los "científicos", y en el grupo de amigos íntimos del Presidente Díaz.

El Jefe del Ejecutivo había insistido en que sus colaboradores hicieran "poca política y poca administración". Ahora los colaboradores pensaban que, sin menguar la administración, debería hacerse mucha política, pero, ¿quién le pondría el cascabel al gato?

Hace poco dijimos que los malos gobiernos son los creadores de las revoluciones. En el caso concreto del México de 1910 es aplicable en todo este enunciado, pero debemos decir algo más, no sólo fue el orden social porfirista el que causó la revolución mexicana, sino que el mismo dictador dio la ocasión para que se iniciara el gran movimiento social revolucionario.

En efecto, al comenzar el año de 1908 Porfirio Díaz concedió una entrevista a James Creelman, periodista del Pearson Magazine, la que fue publicada en "El Imparcial" de México. En esa entrevista el dictador expuso:

a.- Que la Presidencia de la República no había corrompido sus ideales políticos.

b.- Que era partidario de la democracia, por significar ésta un gobierno justo, pero reconociendo que el gobierno democrático era sólo para los pueblos desarrollados.

c.- Que en teoría sostenía un gobierno republicano demócrata y que en la práctica había tenido que ejercer una política patriarcal, esperando que bajo una paz forzosa (¿forzada?), la industria y el comercio pondrían las bases de estabilidad y unión populares.

d.- Que el pueblo era inteligente, sumiso y benévolo.

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e.- Que él, Porfirio Díaz había esperado pacientemente el día en que México pudiera hacer el cambio de sus gobernantes en forma pacífica.

f.- Que pensaba que ese día había llegado.

g.- Que había adoptado la resolución de separarse del poder al expirar su...

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