Entre Paréntesis/ Alabanza-oprobio de la hamburguesa

AutorDavid Martín del Campo

Yo pecador me acuso, doblemente, por mis flaquezas ante la tentación de la carne. Me acuso ante un puesto de tacos de nana y ante una parrilla humeando bifes de 300 gramos. Débil como soy con los vicios carnales, olvido el cielo que me tienen prometido so cumplimiento del séptimo mandamiento, y entregado al regocijo del colesterol y la pimienta permito que la carne dispuesta sea para mi regocijo y consunción.

Como en todo, claro está, hay de carnes a carnes. Recuerdo en mi tierna juventud las expediciones que emprendía con mi padre, los domingos por la mañana, hacia los llanos de Tlalnepantla donde adquiríamos dos kilos de carnitas en el puesto de don Rogaciano que, poco después, eran el deleite en la mesa familiar. O la estación imprescindible, a medio camino hacia Acapulco, en el restaurante Cuatro Vientos, donde a la sombra de un techo de palma se disfruta la mejor cecina de Yecapixtla. O el cabrito regiomontano, "paleta" o costilla, que se ofrece recién asado en las mesas pantagruélicas de El Tío. Y también, ¿por qué no?, la disyuntiva de elegir entre una Big Mac o una Whopper, que no es poca cosa.

Por eso dan pena los invitados a la mesa cuando al percibir el aroma de las chuletas en verdolagas, confiesan como si hubieran sido sorprendidos en mitad de una perversión: "Es que soy vegetariano". Y luego vienen las preguntas incómodas: ¿por qué?, ¿desde cuándo?, y en lo que averiguamos la génesis de tan lúgubre trastorno alguien corre al mercado a ver si no se ha ido la marchanta que vende nopales guisados.

Todo esto viene a cuento ahora que el Patronato Pro-Oax, encabezado por el pintor Francisco Toledo, ha lanzado una campaña para impedir la instalación de un McDonald's en los portales de la antigua Antequera, argumentando, entre otros puntos, que "se pretende instalar en pleno Centro Histórico un restaurante de esa ave de rapiña de la fast food"... ya que la vituperada empresa "encarna la globalización de hábitos alimenticios criminales que pretenden acabar con las milenarias culturas alimentarias de todo el mundo".

¿No estaremos exagerando? ¿El problema es lo fast de la food o la food en sí misma? Eso no se aclara. ¿Y qué decir, entonces, del fast sex (que su calámbrica gracia tiene, dicen algunos) y del fax, que es la "fastidad" gráfica por antonomasia? No; el asunto es otro. Se trata de anteponer los gustos culinarios regionales ante los forasteros, porque, se asegura en las manifestaciones organizadas en la plaza de Oaxaca, son...

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