Acuerdo por México, un primer paso deseable

AutorDiego Valadés

Académico del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM y ex titular de la PGR.

El gobierno es un aparato de poder; el Estado es un sistema de instituciones. El PRI regresa al gobierno y ofrece resultados para el futuro, pero va a encontrar instituciones anquilosadas y disfuncionales. Un gobierno de resultados depende de la calidad de los titulares de los órganos del poder, pero un Estado de resultados depende de la idoneidad de las instituciones. En un Estado con déficits institucionales, los altos funcionarios, aun siendo competentes, todo lo más que pueden hacer es paliar las deficiencias sistémicas.

La construcción de la hegemonía priista llevó varios lustros. El diseño institucional se fue amoldando a la prevalencia de un partido que a su vez obedecía las directrices de un poder muy concentrado. En su fase final, sin embargo, esa configuración institucional exhibió más defectos que virtudes y fue incapaz de detener el deterioro institucional. En las elecciones de 1997 la mayoría de los electores expresó su rechazo al PRI y en 2000 ratificó esa decisión. Pero el mensaje de la ciudadanía no fue entendido y se creyó que sólo buscaba un cambio de partido y de personas.

Después de 12 años sin que se haya reformado al Estado, seguimos con el mismo diseño institucional que funcionó en la hegemonía y que a todas luces resulta insuficiente en el pluralismo, y una vez más corremos el riesgo de que la elección de otro partido y de otras personas sea considerada como si fuera todo cuanto requiere el sistema.

La reforma institucional no es un asunto que por ahora interese a la opinión pública. Cuando los electores advierten que algo no funciona, cambian la dirección de su voto, pero corresponde a los elegidos identificar los ajustes de fondo y adoptarlos. Esto fue algo que el PRI hizo desde 1977, cuando practicó una estrategia de cambios progresivos en materia electoral. Pero el PRI se conformó con esos cambios y en 1997 no entendió que el siguiente objetivo debía involucrar al régimen de gobierno. Ahí se detuvo.

El PAN tampoco advirtió las necesidades de evolución institucional e intentó gobernar como el viejo PRI. Sólo que le faltó un ingrediente: la hegemonía de partido, y le sobró otro elemento: el pluralismo congresual.

Además, durante los gobiernos panistas se quiso exhibir al Congreso como agente del inmovilismo y como freno a la actividad gubernamental y legislativa. Sin embargo, hay evidencias que muestran lo contrario. Por...

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