La activista incansable

AutorDaniel de la Fuente

En su apartado de Facebook, Liliana Flores Benavides hace esta pregunta: "¿Qué pasaría si todos los días todos nosotros hiciéramos lo mejor por nuestros semejantes, en la esfera en donde incidimos?".

Ella misma se responde: "Otro mundo sería posible". Y lo demuestra con hechos.

Fue en la Plaza de la Purísima. Ahí, al lado de la antigua fuente con delfines y frente a la basílica, donde realizó en 1995 las primeras reuniones del movimiento ciudadano El Barzón, nacido a partir de la crisis bancaria que disparó los adeudos de la sociedad a niveles impagables.

Ahí, entre los árboles escuálidos de la vieja plaza, hay una cápsula del tiempo. Liliana la mandó construir como un recuerdo de aquellos días de lucha.

"Ahí late un corazón", afirma la activista, de gafas, cabello corto y con una pulsera budista. "Un recuerdo de que uno no estaba luchando entonces sólo por un patrimonio material, sino para dar un ejemplo de vida y dignidad a los hijos".

En su oficina, ubicada frente a la plaza, describe el contenido de la cápsula, instalada en 1999: miles de cartas de deudores que vieron amenazados sus bienes y su tranquilidad. Gritos de justicia de puño y letra.

Liliana puso en su interior los planos de la cápsula, corridos, como el que le dio el nombre a la agrupación civil, fotos y un cuento en que la mujer nacida en Torreón les relata a sus dos hijos la razón de su lucha que entonces encabezó "como cuete".

Tras su paso como líder de El Barzón, candidata a la Gubernatura por el PRD y Diputada independiente, se dio un tiempo para atender su despacho de asesoría jurídica y financiera, hasta que Nuevo León demandó de nuevo a los activistas.

Fue después de la destrucción provocada por el huracán "Alex", la tragedia del Casino Royale y la entrega a Femsa del predio aledaño al Parque La Pastora para construir un estadio de futbol.

Dijo: "No puedo estar inmóvil ante todo esto", y se propuso volver al ruedo y abrir un taller de buena ciudadanía en su oficina. El ABC, pues, del activismo que gente como ella conoce y que tanta falta hace en la Ciudad.

Liliana es la mayor de los cuatro hijos que tuvieron el empleado farmacéutico Gabriel Flores y la ama de casa Lucía Benavides. Vivió sus primeros cinco años en su natal Torreón hasta que se mudó a Durango, donde estudió hasta la prepa.

De izquierda, proviene de una familia conservadora: su abuelo Óscar Benavides Navarro se formó en Filadelfia y era primo de Juan Sánchez Navarro, ideólogo de la derecha. A su vez...

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