Acoge Iglesia católica a parejas con divorcio

AutorMarcela Corral

"El de ustedes no es un camino ordinario con los sacramentos de la eucaristía y la reconciliación, pero existe la opción de un camino extraordinario que es el de la caridad, la misericordia, el servicio y la oración", suele decirles el Padre Alfonso Miranda Guardiola a las 15 parejas que conforman su grupo pastoral.

Ante los ojos de la Iglesia católica, ellos y ellas viven una situación especial: son parejas en las que uno, o quizá los dos, viven su segundo enlace nupcial tras un divorcio.

La mayoría de ellos, alejados por un tiempo de la religión por no estar casados por la Iglesia, ha regresado porque encontró en el Centro de Atención Pastoral a Parejas de Divorciados y Vueltos a Casar, asesorado por el Padre Miranda Guardiola, una opción para recibir atención humana y espiritual.

"Se trata de acompañarlos, hablarles acerca de su lugar en la Iglesia, de que Dios los ama y la Iglesia está abierta hacia ellos", comenta el sacerdote.

"Les hablamos siempre con la verdad y el amor, les decimos cuáles son las limitaciones que ellos tienen en la Iglesia, pero a su vez les decimos todas las puertas, las oportunidades y los deberes que ellos tienen dentro de ella".

El primero y único grupo en Monterrey en acoger exclusivamente a estas parejas, nació hace cuatro años en la Parroquia Natividad del Señor de la Colonia López Mateos, en Santa Catarina, guiado en un principio por el Padre Felipe Sánchez, y retomado después por Miranda Guardiola, especializado en este tema en la Universidad Pontificia de México.

El centro surgió inspirado en el exhorto apostólico del Papa Juan Pablo II "La Familia en los Tiempos Modernos", publicado en 1981, en el que se invita a los sacerdotes a cobijar a estas parejas para que reanuden una vida cristiana, indica el también Vicario de la Parroquia de Nuestra Señora de Fátima.

"Se nos invita a los sacerdotes a prestarles una solícita atención y acompañamiento a estas personas; la misma exhortación habla acerca de los límites, porque la Iglesia debe ir hacia ellos, sin embargo, ellos no pueden comulgar ni confesarse, pero esto no quiere decir que estén impedidos de estar en la Iglesia".

El mensaje que envía Juan Pablo II es de un cambio en el tratamiento hacia los divorciados y vueltos a casar, explica el clérigo.

"Antes de esta exhortación el lenguaje era algo duro hacia ellos. Se les trataba con palabras muy fuertes; sin embargo, después de esta encíclica el Santo Padre les habla de una manera más paternal y más...

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